Montevideo, Uruguay – La práctica de capturar y exportar lobos marinos desde Uruguay genera un creciente debate entre ambientalistas, defensores de los derechos animales y sectores económicos. Desde el 1 de abril hasta el 31 de octubre, el gobierno uruguayo habilita la captura de estos mamíferos en Cabo Polonio, un área declarada reserva natural, para su venta a acuarios en China y otros países asiáticos.

Una actividad legal, pero cuestionada

Aunque la caza de lobos marinos en Uruguay está regulada y no pone en peligro la existencia de la especie, su comercialización como atractivo de entretenimiento en parques acuáticos extranjeros ha despertado una ola de críticas.

Los lobos marinos han habitado esta región del Atlántico Sur durante siglos y forman parte del ecosistema costero. Sin embargo, la legislación uruguaya permite su captura bajo el argumento de que no se trata de una especie en peligro de extinción y que, en algunos casos, su exportación es presentada como parte de programas de estudio y conservación.

El proceso de captura y sus consecuencias

Los ejemplares más jóvenes, en su mayoría crías recién destetadas, son los más buscados para la exportación. Esta práctica interrumpe su desarrollo natural, impidiéndoles aprender habilidades esenciales para la supervivencia en su hábitat. Una vez en cautiverio, los lobos marinos pierden su instinto de caza y dependen completamente del ser humano para su alimentación.

Expertos advierten que, en caso de ser liberados tras años en acuarios, su reinserción en la naturaleza sería prácticamente imposible. Al no haber aprendido a cazar ni a defenderse, quedarían indefensos ante depredadores como tiburones y orcas.

El valor económico frente al impacto ambiental

El comercio de lobos marinos representa un negocio lucrativo. Según cifras oficiales, un ejemplar macho puede venderse por aproximadamente 87.000 pesos uruguayos (US$ 2.063), mientras que una hembra alcanza los 118.000 pesos uruguayos (US$ 2.798). Esta actividad, aunque rentable, ha sido cuestionada por el impacto que genera en la biodiversidad local y en la imagen de Uruguay como un país comprometido con la conservación de la fauna marina.

El dilema entre conservación y comercio

La contradicción es evidente: mientras Uruguay protege a los lobos marinos en su hábitat natural, también permite su captura y venta para fines comerciales. Organizaciones ambientales y defensores de los derechos de los animales continúan exigiendo el fin de esta práctica, argumentando que el turismo sostenible y la investigación científica podrían ser alternativas más éticas y beneficiosas a largo plazo.

Por el momento, la captura de lobos marinos sigue vigente, reavivando el debate sobre los límites entre la conservación y la explotación de los recursos naturales.

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