
El grave estado de salud del papa Francisco ha generado preocupación mundial luego de que sufriera una crisis respiratoria por infección bilateral, lo que ha llevado a sus médicos a emitir un pronóstico reservado. Ocho días después de su internación en el hospital Gemelli de Roma debido a una bronquitis que evolucionó en neumonía, su condición se ha deteriorado significativamente.
Según el parte médico más reciente, emitido en la tarde del sábado, el Papa presentó una crisis respiratoria asmática prolongada que requirió el suministro de oxígeno de alto flujo y la administración de transfusiones sanguíneas debido a una trombocitopenia asociada con anemia. Aunque se encuentra consciente y atento, ha experimentado más dolor que en días anteriores.

La doctora Annalisa Bilotta, especialista del hospital Salvator Mundis, explicó que el hecho de que el pronóstico sea reservado indica la incertidumbre sobre la evolución del estado de salud del Pontífice. Destacó la gravedad del cuadro clínico, señalando que la crisis respiratoria aguda refleja una severa falta de oxígeno, lo que obligó a utilizar dispositivos de alto flujo.
Fuentes del Vaticano han intentado mitigar la alarma al recordar que el cirujano Sergio Alfieri ya había advertido que el Papa no estaba fuera de peligro. Además, explicaron que las transfusiones de sangre se deben a la baja de plaquetas y no a una sepsis, una de las mayores preocupaciones médicas en este tipo de infecciones pulmonares. A pesar de las complicaciones, el Papa ha seguido el tratamiento previsto con diversos medicamentos.

El Papa Francisco, de 88 años, fue hospitalizado el pasado 14 de febrero y se espera que permanezca internado al menos una semana más. Aunque en días anteriores había logrado mantener ciertas actividades, en la última jornada su estado de salud le impidió continuar con sus compromisos habituales. Por esta razón, se ha cancelado la tradicional oración dominical del Ángelus.
Esta es la cuarta vez que el Pontífice es internado en el hospital Gemelli. En el pasado, ha enfrentado diversos problemas de salud, incluida una diverticulitis que requirió cirugía en 2021 y una neumonía en 2023. Su estado de salud se ha visto afectado en los últimos años por problemas respiratorios crónicos y la falta de movilidad debido a dolores en las rodillas, lo que lo ha llevado a utilizar silla de ruedas desde 2022.
En las semanas previas a su hospitalización actual, el Papa ya había mostrado signos de deterioro, con dificultades respiratorias que le impidieron concluir discursos y lo obligaron a delegar la lectura de sus sermones. A pesar de las recomendaciones médicas, mantuvo su intensa agenda hasta que su salud le impidió continuar y fue trasladado al hospital.
En los últimos días, el estado del Papa ha sido una verdadera montaña rusa. Aunque inicialmente su evolución parecía estable, los análisis recientes y la crisis respiratoria del sábado han encendido nuevamente las alarmas. La comunidad católica y el mundo siguen atentos a su evolución mientras el equipo médico continúa monitoreando su estado de salud con extrema precaución.